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jueves, 14 de febrero de 2013

Solemnidad del Divino Rostro de Nuestro Señor Jesucristo




El día Martes 12 de Febrero, en el Centro Comunitario celebramos la "Solemnidad  del Divino Rostro de Nuestro Señor Jesucristo"Fiesta litúrgica propia de las hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires y aprobada por la Iglesia.

Como don personal, Madre Pierina, experimentó un incondicional amor al Divino Rostro de Jesús, que se le presentó numerosas veces, haciéndole participar de sus sufrimientos y pidiéndole que se entregase como reparadora por la santificación de los sacerdotes y la conversión de los pecadores, gozando también de las consolaciones propias de los místicos. Gracias a esta dedicación especial a los Presbiteros es que en esta ocación la Eucaristía fue Celebrada por el  Padre Mario San Martin, párroco de Cristo Rey y acompañado por los Padres Cesar Marquez, Parroquia de Futrono y el Padre Jorge Gomez, Misionero de la Preciosa Sangre. 

Esta Fiesta nace de una experiencia, mística vivida por Madre Maria Pierina De Micheli, se describe de la siguiente forma:


JESÚS habla a la Madre Maria Pierina De Micheli

“Deseo que mi Rostro, el cual refleja la íntimas penas de mi alma, el dolor y el amor   de mi Corazón, sea más honrado. Quien me contempla me consuela.”
(primer viernes de Cuaresma de 1936).

A los 12 años, en la Iglesia Parroquial San Pedro in Sala, Milán, un Viernes Santo, oyó una voz que le dijo: ¿Ninguno me da un beso de amor en el rostro, para reparar el beso de Judas?
En su simplicidad de niña, creyó que todos habían oído esa voz y experimentó gran pena al ver que continuaban besando las llagas y no el Rostro de Jesús. Dentro de su corazón exclamó: Te doy yo el beso de amor. ¡Oh, Jesús, ten paciencia! Y llegado su turno, le imprimió con todo el ardor de su corazón, un beso en el Rostro.

Ya siendo novicia, durante la adoración nocturna, en la noche del Jueves al Viernes Santo de 1915, mientras ora delante del crucifijo, oye que le dice: Bésame. Sor María Pierina obedece, y sus labios, en lugar de posarse sobre un rostro de yeso, sienten el contacto del verdadero Rostro de Jesús. Cuando la Superiora la llama, ya es de día: tiene el corazón lleno de los padecimientos de Jesús y siente el deseo de reparar los ultrajes que recibió en el Rostro y que recibe cada día en el Sacramento del altar.

El Martes de Pasión de 1936, Jesús le vuelve a decir: Cada vez que se contemple mi Rostro, derramaré mi amor en los corazones y por medio de mi Divino Rostro, se obtendrá la salvación de tantas almas.

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