El Santo Padre manifestó que la vocación originaria es la de ser hijos: “aquello para lo que estamos hechos, nuestro ‘ADN’ más profundo que, sin embargo, fue destruido y se necesitó el sacrificio del Hijo Unigénito para que fuese restablecido”.
Por último, Francisco habló de la Virgen María: “La Madre de Jesús está en medio de la comunidad de los discípulos, reunida en oración: es memoria viva del Hijo e invocación viva del Espíritu Santo. Es la Madre de la Iglesia”.
El Papa terminó pidiendo que “podemos mirarnos como hermanos, y nuestras diferencias harán que se multiplique la alegría y la admiración de pertenecer a esta única paternidad y fraternidad”.
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