Estos días la Liturgia de la Iglesia nos propone celebrar un día seguido del otro, la Solemnidad de todos los Santos y la Memoria de los Fieles Difuntos.
Los Santos, amigos de Dios y hermanos nuestros, peregrinos que han hecho un gran camino de fe, de esperanza y caridad. Gran camino porque día a día, muriendo a sí mismos, hicieron grandes las pequeñas cosas, las cosas cotidianas, los dolores y las alegrías, todo, todo vivido a la luz del Evangelio de Jesús, nuestro Redentor.
Estos gozan de la ciudadanía de la Patria Celestial, de la paz infinita de la Casa del Padre, de la amistad para siempre con Jesús.
Nuestros hermanos difuntos han abandonado ya la morada terrestre de su cuerpo, nuestra solidaridad con ellos es la oración, para que su reencuentro con el Señor, su Creador, sea una realidad para su existencia ya acabada en esta vida, pero que se prolonga en la eternidad.
Gozo por la estela inconmensurable de santos que el Señor ha sembrado a lo largo de los siglos, Oración confiada por los seres queridos que nos han precedido.
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| San Juan Bosco, Fundador de los Salesianos |
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| Sierva de Dios, Madre Eufrasia Iaconis Fundadora de las Hijas de la Inmaculada Concepción |
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